METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN Y PRODUCCIÓN DE ARTÍGULO CIENTÍFICO – AVANCES EN EL TRATAMIENTO DE LA ANEMIA FALCIFORME: DISCUSIÓN SOBRE NUEVAS TERAPIAS Y TRATAMIENTOS EMERGENTES

REGISTRO DOI: 10.69849/revistaft/ra10202505272308


Valentim Silva Monteiro1
Felipe Elias Velasco Ferreira2
Carlos Augusto Paes Leme de Souza3
Marcos Vinícius Villar4
Amanda Homeniuk Machado5
Bruna Francine Braga Meireles6
Gabriel Chagas Freire7
Ana Laura Kerbes8
Geovanna Fernandes Nascimento9
Glenda Jardim Barroso10


RESUMEN

La anemia de células falciformes es una enfermedad hereditaria caracterizada por una alteración genética específica en el gen de la beta-globina, que resulta en la formación de hemoglobina S (HbS), una variante anormal de la hemoglobina. Esta alteración estructural provoca la deformación de los eritrocitos en forma de hoz, lo que compromete la oxigenación tisular y desencadena manifestaciones clínicas como dolor crónico, anemia hemolítica, fatiga, ictericia, infecciones recurrentes y accidentes cerebrovasculares. El tratamiento tradicional se ha enfocado en el manejo sintomático y la prevención de complicaciones mediante transfusiones sanguíneas, analgésicos, antibióticos e inmunizaciones. Sin embargo, en las últimas décadas, avances significativos han ampliado las opciones terapéuticas, con la introducción de nuevos agentes farmacológicos y el desarrollo de terapias modificadoras de la enfermedad. Entre los fármacos más recientes destacan el crizanlizumab, un anticuerpo monoclonal que reduce los eventos vaso oclusivos; la L-glutamina, que disminuye el estrés oxidativo y la frecuencia de las crisis dolorosas; y el voxelotor, que mejora la oxigenación tisular y reduce la hemólisis. Paralelamente, las terapias génicas se consolidan como estrategias potencialmente curativas. La tecnología de edición genética CRISPR-Cas9 permite la corrección precisa de la mutación en células madre hematopoyéticas, con resultados prometedores en estudios clínicos en curso. Aunque el trasplante de células madre hematopoyéticas sigue siendo la principal opción curativa disponible, su aplicación está limitada por barreras inmunológicas, disponibilidad de donantes compatibles y costos elevados. Estos avances representan un cambio de paradigma en el tratamiento de la anemia falciforme, que deja de ser exclusivamente paliativo para incorporar enfoques dirigidos a corregir la base genética de la enfermedad.

PALABRAS CLAVE: anemia falciformes; terapia génica; CRISPR-Cas9; hemoglobina S; tratamiento farmacológico.

ABSTRACT

Sickle cell anemia is a hereditary disease characterized by a specific genetic alteration in the beta-globin gene, resulting in the formation of hemoglobin S (HbS), an abnormal variant of hemoglobin. This structural alteration causes red blood cells to become sickle-shaped, which compromises tissue oxygenation and triggers clinical manifestations such as chronic pain, hemolytic anemia, fatigue, jaundice, recurrent infections, and strokes.Traditional treatment has focused on symptomatic management and the prevention of complications through blood transfusions, analgesics, antibiotics, and immunizations. However, in recent decades, significant advances have expanded therapeutic options with the introduction of new pharmacological agents and the development of disease-modifying therapies.Among the most recent drugs are crizanlizumab, a monoclonal antibody that reduces vaso- occlusive events; L-glutamine, which decreases oxidative stress and the frequency of painful crises; and voxelotor, which improves tissue oxygenation and reduces hemolysis.At the same time, gene therapies are emerging as potentially curative strategies. The CRISPR-Cas9 gene editing technology allows for the precise correction of the mutation in hematopoietic stem cells, with promising results in ongoing clinical trials.Although hematopoietic stem cell transplantation remains the main curative option currently available, its use is limited by immunological barriers, the availability of compatible donors, and high costs. These advances represent a paradigm shift in the treatment of sickle cell anemia, moving from an exclusively palliative approach to one that incorporates strategies aimed at correcting the genetic basis of the disease.

Keywords: sickle cell anemia; gene therapy; CRISPR-Cas9; hemoglobin S; drug therapy.

INTRODUCCIÓN

La anemia falciforme es la enfermedad monogénica de mayor prevalencia en el mundo, resultante de una mutación puntual en el gen de la β-globina, caracterizada por la sustitución de adenina por timina (GAG → GTG) en el primer exón. Esta alteración conduce al cambio del aminoácido glutamato por valina en la sexta posición de la cadena proteica, originando la hemoglobina S (HbS), cuya presencia provoca la deformación de los glóbulos rojos en forma de hoz. Las variantes del gen de la β-globina se denominan alelos. En la condición heterocigota (HbAS; α₂βAβS), el individuo posee un alelo β normal y uno β falciforme, lo que resulta en la producción simultánea de hemoglobina adulta normal (HbA) y hemoglobina mutante (HbS), situación conocida como rasgo falciforme, generalmente asintomática¹,⁵. En cambio, en la condición homocigota (HbSS; α₂βS²), en la que ambos alelos presentan la mutación, ocurre exclusivamente la producción de HbS, caracterizando la anemia falciforme propiamente dicha¹,⁵. Además, existen formas heterocigotas derivadas de la combinación de la HbS con otras variantes de hemoglobina, como HbC, HbD y HbE, además de las interacciones con la talasemia y con la persistencia hereditaria de la hemoglobina fetal.¹,²

Los eritrocitos desempeñan la función principal de transportar oxígeno (O₂) desde los pulmones hacia los tejidos corporales y conducir dióxido de carbono (CO₂) en sentido inverso, desde los tejidos de vuelta a los pulmones. Para que este intercambio gaseoso ocurra de manera eficiente, estas células contienen una proteína especializada denominada hemoglobina. En la sangre de individuos adultos, las hemoglobinas normales predominantes son: la hemoglobina A (HbA), que representa la mayor fracción, con una concentración entre el 96% y el 98%; la hemoglobina A2 (HbA2), presente en niveles del 1,5% al 3,2%; y la hemoglobina fetal (HbF), que circula en cantidades residuales, variando entre el 0,5% y el 0,8%. ³

Por otro lado, las hemoglobinopatías son patologías hematológicas genéticas que resultan en la formación anormal de la hemoglobina. Ya sea por sustituciones, deleciones o inserciones que ocasionan mutaciones genéticas, causando la formación de variantes de la hemoglobina. Tales alteraciones son capaces de generar disfunciones en la forma celular del eritrocito, así como en sus propiedades de transporte de oxígeno. ⁵

Sus complicaciones se deben a la alteración morfofisiológica de los eritrocitos, que en condiciones normales poseen forma de disco bicóncavo y flexible, pero que en el caso de pacientes falciformes adquieren una forma alargada con filamentos en sus extremos, semejando una “media luna” o “hoz”.¹⁻² Esta deformación de los eritrocitos se conoce como falcización, un proceso generado por la falta de oxigenación, acidosis y deshidratación celular. Debido a esta alteración, estas células no pueden circular adecuadamente en el torrente sanguíneo, causando obstrucción del flujo sanguíneo y su propia destrucción precoz.¹⁻⁴ Debido a su forma, los eritrocitos falciformes tienen una gran capacidad de adhesión al endotelio vascular, y su elevado volumen en la circulación acaba reduciendo el lumen de los capilares, lo que provoca estancamiento del flujo sanguíneo y resulta en hipoxia tisular —cuando la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos no es suficiente, lo que lesiona los tejidos y provoca infartos con necrosis, además de la formación de fibrosis.⁴

Su expresión clínica varía según el caso de cada paciente y su gravedad, ya que los pacientes homocigotos (SS) suelen presentar cuadros clínicos más graves en comparación con los heterocigotos (AS), que normalmente presentan cuadros asintomáticos.⁵ Así, hay portadores que pueden llevar una vida normal y sin crisis, mientras que otros pueden sufrir episodios repetidos e intensos de crisis de falcización que pueden ser vaso-oclusivas (álgicas), aplásicas, cuadros hemolíticos y de secuestro esplénico.⁴ También pueden presentar síntomas como fatiga, palidez, mareos, cansancio persistente, anemia y úlceras, además de una mayor susceptibilidad a infecciones como neumonía, osteomielitis y sepsis. Asimismo, estas manifestaciones clínicas pueden impactar significativamente en la vida diaria de los portadores, afectando su bienestar físico y psicosocial.¹⁻⁶

La crisis vaso-oclusiva representa la manifestación clínica más prevalente de la anemia falciforme, caracterizándose por episodios de dolor intenso. Esta condición resulta de la deformación de los eritrocitos en forma de hoz y de la consecuente pérdida de su plasticidad, lo que favorece la obstrucción de la microcirculación. Dicha obstrucción conduce a isquemia tisular y desencadena una respuesta inflamatoria aguda. Las regiones más frecuentemente afectadas incluyen la zona lumbar, el abdomen, el tórax y las articulaciones, especialmente de las manos y los pies. Órganos con circulación lenta, baja tensión de oxígeno y pH reducido, como los riñones, el hígado y la médula ósea, así como estructuras con suministro arterial limitado, como la retina y la cabeza del fémur, también son susceptibles. Entre las complicaciones derivadas de las crisis vaso-oclusivas, se destaca el síndrome torácico agudo, que resulta de la hipoxia causada por hipoventilación pulmonar. Este síndrome puede evolucionar rápidamente hacia insuficiencia respiratoria grave y la muerte, si no es identificado y tratado oportunamente. ⁴⁻⁶

En la crisis aplásica hay una reducción significativa y transitoria de la proliferación medular, lo que conlleva una baja concentración de hemoglobina junto con la disminución de los reticulocitos, implicando una insuficiencia transitoria de eritropoyesis.⁴ El principal desencadenante de la crisis aplásica es el parvovirus B19, que suprime directamente la médula ósea, afectando su producción de glóbulos rojos. Además, la vida útil de los eritrocitos es más corta, lo que resulta en el agravamiento de la anemia basal, que puede alcanzar niveles peligrosamente bajos. Asimismo, la infección se elimina de forma espontánea y dura entre 7 y 10 días, pudiendo tratarse con cuidados de soporte y transfusiones simples.¹⁰

En el caso del secuestro esplénico, se observa una caída aguda de la hemoglobina acompañada de esplenomegalia. Es una complicación temida, ya que afecta principalmente a niños. Se cree que las crisis ocurren cuando los eritrocitos falciformes, dentro de la pulpa roja del bazo, obstruyen una vena de drenaje mayor y terminan disminuyendo el flujo sanguíneo y la tensión de oxígeno, lo que provoca esta rápida disminución de la hemoglobina y un aumento rápido del tamaño del bazo. La crisis se manifiesta de forma característica con un inicio abrupto de palidez, debilidad y taquicardia, seguidos de hipotensión y letargia, además de dolor abdominal significativo y distensión, debido a la esplenomegalia masiva. En casos graves, puede causar un shock hipovolémico con falla multiorgánica, y la muerte por colapso cardiovascular.⁹⁻¹⁰

El diagnóstico de la enfermedad falciforme se realiza frecuentemente mediante la pesquisa neonatal, que permite la detección precoz de la condición. Este examen utiliza técnicas como la cromatografía líquida de alta resolución (HPLC) para identificar variantes anormales de la hemoglobina, incluida la hemoglobina S (HbS). En los casos en que el diagnóstico no se realiza en la etapa neonatal, la evaluación clínica, junto con exámenes de laboratorio y genéticos, se vuelve esencial. La electroforesis de hemoglobina es ampliamente utilizada para detectar y cuantificar los diferentes tipos de hemoglobina presentes en la sangre, siendo crucial para la identificación de hemoglobinas anormales como la HbS. Además, pruebas genéticas, incluyendo la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y la secuenciación de genes, se utilizan para confirmar el diagnóstico e identificar mutaciones específicas en el gen de la β-globina.¹⁻³

El tratamiento de la anemia falciforme tiene como objetivo controlar los síntomas, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para el control del dolor se utilizan analgésicos, incluidos opioides, antiinflamatorios no esteroides y terapias adyuvantes. Además, es esencial mantener una hidratación adecuada para asegurar un flujo sanguíneo eficiente y prevenir la falcización de los eritrocitos.⁶ Asimismo, los pacientes con anemia falciforme deben mantenerse bajo seguimiento médico, realizando exámenes de laboratorio de rutina, como hemograma, recuento de reticulocitos, panel metabólico completo y pruebas de función hepática.¹⁰

En casos de pacientes con crisis graves, antecedentes de síndrome torácica aguda, anemia sintomática frecuente con necesidad transfusional elevada y antecedentes de otros eventos vasooclusivos severos, puede indicarse el tratamiento con hidroxiurea. Este medicamento actúa estimulando la producción de hemoglobina fetal (HbF) y disminuyendo la adherencia de los eritrocitos a la pared vascular, lo que reduce significativamente la frecuencia y gravedad de las crisis de dolor, mejorando notablemente la calidad de vida de los pacientes. También existe la posibilidad de indicar transfusiones terapéuticas de concentrados de glóbulos rojos en casos de cuadros anémicos severos, crisis aplásicas o de secuestro esplénico, fase aguda de accidente cerebrovascular o falla multiorgánica aguda, ya que este procedimiento ayuda a reducir la cantidad de eritrocitos falciformes en la circulación, mejorando la oxigenación y disminuyendo también la frecuencia de las crisis.⁶⁻⁷

Además, existe la posibilidad de realizar un trasplante de células madre hematopoyéticas, en el cual la médula ósea enferma es reemplazada por células madres sanas de un donante compatible, generalmente un hermano. Aunque ofrece la posibilidad de cura, presenta desafíos significativos, como el riesgo de rechazo del injerto, infecciones y toxicidad asociada al acondicionamiento previo al trasplante. Además, la disponibilidad de donantes compatibles es limitada, lo que restringe el acceso a este tratamiento para muchos pacientes.⁶⁻⁷

MATERIALES Y MÉTODOS

Este estudio fue desarrollado mediante una revisión bibliográfica, exploratoria y descriptiva, sobre los avances en el tratamiento de la anemia falciforme. Así, se llevó a cabo una revisión a través de una búsqueda activa de artículos científicos publicados, en portugués e inglés, en revistas científicas indexadas en las bases de datos “PubMed” y “Scientific Electronic Library Online” (Scielo), considerando el período de 2020 a 2024. Para ello, se utilizaron palabras clave asociadas: “anemia falciforme”; “fisiopatología”.

La revisión literaria presenta seis fases, las cuales delinearon este estudio: 1) Identificación del tema; 2) Construcción de análisis;3) Investigación en la literatura; 4) Recolección de información; 5)Análisis criterioso de las investigaciones utilizadas; 6) Presentación de la conclusión.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Se observó que, a pesar de que la anemia falciforme afecta a una parte significativa de la población mundial, y de que los pacientes en países desarrollados presentan una mayor supervivencia hasta la edad adulta, las complicaciones asociadas a la enfermedad continúan impactando negativamente la calidad de vida de estos individuos. Además, considerando que la mayoría de los pacientes vive en regiones con recursos limitados y sin acceso a terapias de alto costo, los datos refuerzan la urgencia en el desarrollo de enfoques terapéuticos accesibles, económicos y eficaces para que todos tengan acceso.¹⁻⁵

A pesar de los avances en las terapias emergentes con potencial curativo, aún no existen agentes farmacológicos capaces de promover la cura definitiva de la anemia falciforme. Hasta 2017, la hidroxiurea era el único fármaco aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) con indicación para la reducción de la gravedad de la enfermedad.¹⁰⁻¹¹ Sin embargo, a partir de ese período, tres nuevos medicamentos fueron aprobados para su uso en pacientes con anemia falciforme: L-glutamina, crizanlizumab y voxelotor, ampliando el arsenal terapéutico disponible y ofreciendo nuevas posibilidades para el manejo clínico de la enfermedad.¹⁰,¹²,¹⁵

La L-glutamina, aprobada en 2017, actúa como precursora en la síntesis de compuestos fundamentales para la protección de los eritrocitos contra el estrés oxidativo, como el glutatión, la nicotinamida adenina dinucleótido (NAD) y la arginina.³,,¹¹ En el organismo, el NAD existe en sus formas oxidada (NAD⁺) y reducida (NADH), siendo un cofactor redox ampliamente distribuido en los glóbulos rojos y esencial para el mantenimiento del equilibrio oxidativo celular.³ Evidencias clínicas demuestran que la suplementación con L-glutamina está asociada a una reducción en la frecuencia de crisis vaso-oclusivas, con la consecuente disminución de hospitalizaciones y episodios de dolor.¹¹,¹²

Otro avance terapéutico relevante ocurrió con la aprobación del crizanlizumab en 2019. Se trata de un anticuerpo monoclonal que actúa inhibiendo la P-selectina, una molécula involucrada en el proceso de adhesión de las células sanguíneas al endotelio vascular, un factor crucial en la patogénesis de las crisis vaso-oclusivas.¹⁰,¹¹ Su acción resulta en una reducción significativa en la frecuencia de las crisis dolorosas, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Hasta el momento, el uso de crizanlizumab ha sido aprobado solo para individuos de 16 años o más, y actualmente se están llevando a cabo investigaciones adicionales sobre su eficacia y seguridad en poblaciones pediátricas. ¹⁰,¹⁶ Además, los efectos adversos observados en algunos pacientes aún representan una limitación para su uso generalizado, lo que refuerza la necesidad de estudios continuos sobre su tolerabilidad y aplicabilidad clínica.

En el mismo año, el voxelotor también fue aprobado por la FDA para el tratamiento de la anemia falciforme en adultos y niños de 12 años o más. A diferencia de la hidroxiurea, la L-glutamina y el crizanlizumab, que actúan sobre los efectos fisiopatológicos posteriores a la polimerización de la hemoglobina S (HbS), el voxelotor presenta un mecanismo de acción innovador al unirse selectivamente a la cadena alfa-globina de la HbS, aumentando su afinidad por el oxígeno.¹⁵ Esta unión impide la desoxigenación de la hemoglobina y, en consecuencia, la polimerización que conduce a la falcización de los eritrocitos, promoviendo también la reducción de la hemólisis.³,¹⁵ Teniendo en cuenta que la hemólisis y la anemia están asociadas a un mayor riesgo de daño orgánico, el voxelotor surge como un agente prometedor no solo para el control de las complicaciones agudas, sino también para la prevención de lesiones orgánicas crónicas a largo plazo.¹¹,¹⁵

Además de estos enfoques farmacológicos, la terapia génica, particularmente la edición genética mediante la tecnología CRISPR-Cas9, ha ganado protagonismo como una estrategia prometedora para la posible cura de la enfermedad.¹¹,¹⁶–¹⁸ La edición genómica representa un enfoque innovador que permite modificaciones precisas en regiones específicas del ADN, posibilitando la inserción, deleción o sustitución de secuencias genéticas objetivo.¹⁷,¹⁸ Con el desarrollo de herramientas como las meganucleasas, las nucleasas de dedos de zinc (ZFNs), las nucleasas efectoras activadoras de transcripción (TALENs) y, más recientemente, el sistema CRISPR/Cas9, se ha hecho posible realizar ediciones genómicas de manera más eficiente, específica y accesible en comparación con los métodos convencionales.¹⁷,¹⁸

El sistema CRISPR/Cas9 constituye uno de los hitos más relevantes en la ingeniería genética contemporánea, destacándose por su simplicidad, precisión y eficiencia.¹⁷ Esta tecnología se basa en dos componentes principales: el ARN guía (gRNA), que reconoce y se une a una secuencia objetivo específica en el ADN, y la endonucleasa Cas9, que provoca una escisión en la doble hélice del ADN en ese punto específico.¹⁷,¹⁸ A partir de esta ruptura, es posible inducir la introducción de modificaciones precisas en el genoma del organismo objetivo, permitiendo correcciones genéticas con un alto grado de especificidad.¹⁷,¹⁸

En la anemia falciforme, el sistema CRISPR/Cas9 se ha mostrado una herramienta prometedora para la corrección directa de la mutación puntual responsable de la sustitución del ácido glutámico por valina en la sexta posición de la cadena β de la hemoglobina.¹⁷,¹⁸ Enfoques recientes han explorado tanto la edición directa del gen HBB, que codifica la β-globina, como la reactivación de la expresión de la hemoglobina fetal (HbF) mediante la inactivación de genes reguladores como BCL11A. Ensayos clínicos iniciales han demostrado resultados alentadores, con un aumento significativo en los niveles de HbF, reducción de las crisis vaso-oclusivas y mejora en los parámetros hematológicos. Estos avances refuerzan el potencial del CRISPR/Cas9 como una estrategia curativa para la anemia falciforme, especialmente cuando se combina con métodos seguros de entrega y control de la edición genómica.¹⁶,¹⁸

CONCLUSIÓN:

A pesar de los avances significativos en el tratamiento de la anemia falciforme, aún persisten limitaciones y desafíos. La L-glutamina, inicialmente considerada prometedora debido a sus propiedades antioxidantes, demostró reducir en un 25% los eventos agudos, pero sin un impacto expresivo en los niveles de hemoglobina, lo que limita su eficacia clínica global.

En el caso del crizanlizumab, aunque los estudios iniciales mostraron resultados positivos, datos actualizados de 2023 del ensayo clínico de fase III no evidenciaron diferencias significativas en la reducción de los episodios de dolor en comparación con el placebo. Por esta razón, la aprobación del medicamento fue revocada por la Unión Europea. Sin embargo, aún permanece disponible en los Estados Unidos, principalmente por sus beneficios reportados en casos específicos, como el tratamiento del priapismo. Ante la controversia en torno a su eficacia y seguridad, el uso del crizanlizumab aún carece de consenso, y los estudios pediátricos continúan en curso.

Con respecto al voxelotor, considerado inicialmente como una de las terapias más prometedoras, fue retirado del mercado en septiembre de 2024 tras una alerta de seguridad emitida por la FDA. La decisión fue tomada por el propio fabricante, Pfizer Inc., que interrumpió la distribución y suspendió los ensayos clínicos activos después de que estudios post-comercialización revelaran un aumento en la incidencia de crisis vasooclusivas y mortalidad en pacientes tratados con el fármaco en comparación con aquellos que recibieron placebo. Desde entonces, la FDA está llevando a cabo una revisión de seguridad sobre su uso, lo que resalta la necesidad de una vigilancia continua incluso después de la aprobación de nuevos tratamientos.

Las terapias génicas, aunque han mostrado resultados iniciales alentadores, aún enfrentan incertidumbres en cuanto a la seguridad a largo plazo, la durabilidad de los efectos terapéuticos y la comparabilidad con los enfoques farmacológicos. Se ha observado un aumento en el riesgo de malignidades mieloides, posiblemente asociado al estado de la médula ósea de los pacientes, al régimen de acondicionamiento previo al trasplante, a la manipulación de las células madre y a la necesidad de expansión celular. Ante esto, la indicación actual de la terapia génica permanece restringida a pacientes con complicaciones graves o sin donante HLA idéntico, con la posibilidad de considerar el trasplante haploidéntico como una alternativa.

Mientras tanto, el trasplante de células madre hematopoyéticas (TCMH) sigue siendo la única terapia curativa consolidada, especialmente cuando se realiza en niños con un donante HLA idéntico, contexto en el cual los resultados clínicos son significativamente mejores. En adultos, sin embargo, la indicación se vuelve más cautelosa debido al aumento de los riesgos a largo plazo. La discusión sobre los criterios de selección de pacientes, el momento ideal del procedimiento y el análisis de riesgos versus beneficios continúa en evolución a medida que se producen nuevas evidencias.

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1 – Acadêmico do 3° período de Medicina, Diretor Científico da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0000-0001-5033-2140.
2 – Acadêmico do 6° período de Medicina, Presidente da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0005-3901-8704.
3 – Acadêmico do 7° período de Medicina, Vice Presidente da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0000-0003-0865-4538
4 – Acadêmico do 6° período de Medicina, Diretor de Ensino da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0009-1274-8343
5 – Acadêmico do 8° período de Medicina, Secretaria da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0000-1659-0023
6 – Acadêmico do 6° período de Medicina, Secretario da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0006-8777-3998
7 – Acadêmico do 6° período de Medicina, Vice Diretor de Ensino da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0005-4574-3160
8 – Acadêmico do 7° período de Medicina, Diretor de Extensão da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0001-8559-3436
9 – Acadêmico do 6° período de Medicina, Vice Diretor de Extensão da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0008-2255-3147
10 – Acadêmico do 5° período de Medicina, Membro da Liga Acadêmica de Hematologia e Hemoterapia. ORCID: 0009-0004-1664-2654